Abel justificando la fe 1

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Abel justificando la fe 1
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¿Es suficiente la fe?

Capítulo 1

Abel justificando la fe

Hoy en día en los círculos evangélicos escuchamos mucho acerca de la fe. Eso es importante. Yo planteo la pregunta, ¿Es suficiente la fe? Para responder, examinaré la fe de varias personas nombradas en el “Salón de la Fama” de la Biblia, en hebreos capítulo 11, en el Nuevo Testamento.

Observamos que la lista está conformada por personas del Antiguo Testamento. Eso en sí mismo debería ser una lección duradera para nosotros porque muchos de ellos no tenían la palabra escrita. Ellos no tenían la Biblia. Más bien parece que tuvieron acceso directo a Dios de una manera íntima.

Puede ser difícil para nosotros analizar sus experiencias ya que dependemos de la palabra escrita. Y con razón, creemos que la Biblia es el verdadero registro de los tratos de Dios con la familia humana tal como Él se reveló a Sí Mismo a través del proceso de la historia.

Aprendemos que la fe mueve los músculos. La fe es el factor motivador básico en la vida. La Epístola de Santiago enseña que la fe por si sola está muerta. Una fe vibrante dará paso a la acción.

Aprendemos que el objeto de la fe es vital. Hebreos capítulo 11, versículo 3, enseña que la fe trae el entendimiento que la razón no puede alcanzar. “ Por la fe

entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.” Por lo tanto, lo que no podemos observar o probar mediante el experimento, lo podemos saber por medio de la fe.

Hebreos capítulo 11, versículo 6 elabora esa verdad al establecer otro factor básico para el objeto de la fe. “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”

Afirmamos con razón que el acto de fe surge de la voluntad. Jesús desafió la fe del hombre que trajo a su hijo epiléptico para curarse con estas palabras:

“Si puedes creer…” A lo que el padre angustiado con lágrimas respondió: “Creo; ayúdame en mi incredulidad,” Marcos capítulo 9: versículos 23 y 24, en el Nuevo Testamento.

Regresando ahora al Salón de la Fama, en hebreos capítulo 11, estudiamos al primero de la lista, Abel, el segundo hijo de Adán y Eva. En su libro, Viendo lo invisible, A. B. Simpson, define la fe de Abel como La fe que justifica. Hebreos capítulo 11, versículo 4 y Génesis capítulo 4, versículos de 1 al 5 en el Antiguo Testamento son las Escrituras.

4. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.

  1. Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón.
  2. Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra.
  3. Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová.
  4. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda;
  5. pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante.

Nos acercamos a la expresión de fe de Abel desde varios PUNTOS DE VISTA VENTAJOSOS para desarrollar en nosotros una fe más activa.

LA OCUPACIÓN DE ABEL PRESENTÓ UN PUNTO DE VISTA VENTAJOSO VÁLIDO DESDE EL CUAL SE PUEDE VER SU FE. Para él no había competencia. Simplemente reflexiona sobre esto por un momento. No había gran fuerza de trabajo. No, en cuanto a lo que la Biblia se refiere solo había dos de ellos — la Biblia solo nombra a dos. Todo el campo estaba abierto para él.

Hace algunos años supe que había cuarenta mil oportunidades de trabajo aquí en los Estados Unidos. Supongo que para el momento ya puede haber cien mil. Pero en aquel entonces, para Abel no había limitación. No había ninguna competencia.

Déjeme suponer que Abel presentó su currículum cuando introdujo su solicitud de trabajo. Sé que esto es presuntuoso, pero pensémoslo un poco ahora. Estoy escribiendo aquí lo que creo que Abel podría haber escrito en su currículum para la solicitud de trabajo.

“Mi nombre es Abel. Soy el segundo hijo de Adán Barelohim. Tengo un hermano mayor cuyo nombre es Caín, el primogénito. Tengo otros hermanos a quienes no nombraré. No puedo enumerar ningún trabajo anterior que haya tenido, por lo cual estoy abierto para cualquier trabajo que parezca apropiado para mi personalidad. Tengo una naturaleza meditativa. Me gusta el aire libre y encuentro placer personal estando solo en el campo. Por lo tanto, con gusto aceptaría el trabajo de pastor. Las ovejas son el tipo de animales que me gustan. Ellas proporcionan comida y ropa. Además, son dóciles, y eso va de acuerdo con mi naturaleza.”

Al parecer, Abel consiguió el trabajo y se convirtió en un pastor exitoso. Sin duda su rebaño era el mejor porque no tenía competencia. Y, además, los animales eran de primera línea y primer orden. Así que él tenía un rebaño bien desarrollado. Eso le daba tiempo para reflexionar.

Adán y Eva habían sido expulsados del Jardín antes de que naciera cualquiera de sus hijos, por lo tanto, Abel no tuvo la experiencia de haber vivido en el Jardín. ¿Podrían los padres haberles contado a los hijos las maravillosas alegrías vividas en el Jardín y la terrible pena de haber sido engañados y expulsados? Estoy seguro de que estaba tan presente en sus mentes que debieron haber hablado de ello una y otra vez. Sabían de la vestimenta elaborada con piel de animales que Dios había hecho para cubrir su desnudez. Es posible que no estuvieran muy lejos del Serafín con la espada de fuego que custodiaba la entrada al Jardín. El hecho de que Eva y Adán rompieron el pacto con Dios debió haber preocupado a Abel durante sus horas de meditación. Él debió haber sabido algo acerca de eso, y lo pensó durante sus experiencias como pastor.

Así que en el transcurso del tiempo los hermanos, Caín y Abel, le trajeron ofrendas al Señor.

LA OFRENDA DE ABEL PROVEYÓ UN PUNTO DE VISTA VENTAJOSO SIGNIFICATIVO DESDE EL CUAL VER SU FE. El texto en hebreos 11 dice que él trajo “un sacrificio más excelente,” un sacrificio mejor. Debió haber algún indicativo de lo que era aceptable para Dios por medio de las vestimentas de piel que se les proporcionaron a Adán y Eva antes de que fueran expulsados del Jardín.

Abel ofreció de los primogénitos del rebaño un cordero, el más gordo de ellos. Más tarde se especificó en la ley de Moisés que la grasa era el sacrificio elegido por Dios. Abel bien pudo haber sido un profeta haciendo eso de primero. La ofrenda de Abel también anticipó la expiación por la sangre, vida por vida. Ofreció un cordero, el cordero más selecto. La adoración por medio del sacrificio estaba claramente escrita aquí desde el principio. A. B. Simpson en su libro, Viendo lo invisible, en las páginas 5 y 6, hace el comentario sorprendente que sigue a continuación.

“Pero toda la ofrenda de Caín fue una negación directa de todo lo que Dios había dicho acerca de la maldición sobre la tierra y todos sus frutos, del hecho del pecado y la necesidad de un Salvador expiatorio.

El sacrificio de Abel fue un simple y humilde acuse de recibo de todo esto, y una franca aceptación de la forma de perdón y aceptación de parte de Dios. Vemos la fe de Abel en el reconocimiento del pecado manifestado en su sacrificio. El primer acto de fe es creer lo que Dios dice acerca del pecado. No necesitamos tratar de desarrollar una cierta sensación acerca de nuestros pecados. Es suficiente creer que somos pecadores porque Dios lo dice. Abel lo creyó. Tomó el lugar del pecador e inmediatamente encontró al Salvador del pecador.”

La efectividad del sacrificio depende de la calidad. Hacer lo que Abel hizo, demuestra que reconoció su necesidad de expiación.

Una vez más, Simpson ilustra el sacrificio de Abel al referirse a una experiencia del emperador de Francia hace años. “El emperador de Francia estaba guiando a un rey extranjero a través de las prisiones de Tolón. Como un acto especial de cortesía, le dijo: “Usted puede liberar a cualquier prisionero que quiera.” El rey habló con varios, pero no encontró a nadie que pareciera merecer ser puesto en libertad. Todos eran hombres inocentes, muy maltratados. Por fin encontró a un pecador, un pobre hombre que solamente podía decir: ‘Oh, señor, soy un hombre indigno y simplemente estoy agradecido de que mi castigo no sea peor.’ De inmediato lo liberó y le dijo: ‘Tú eres el único hombre que puedo encontrar que tiene algo para ser perdonado. Estás perdonado por el mandato del emperador.’” Entonces, los justos pierden la gran salvación y los perdidos son salvos. Por lo tanto, vamos a tomar el lugar de la culpa y el perdón a través de la fe en Su Palabra y Su sangre. Él condena para salvar. “Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.” (Romanos capítulo 11, versículo 32, en el Nuevo Testamento)”

¡La ofrenda de Abel lo llevó a la gracia con Dios!

LA APROBACIÓN DE ABEL LLEGÓ AL PUNTO DE VISTA VENTAJOSO DE LA RECOMPENSA DESDE LA CUAL VER SU FE. El texto dice que era justo. Podemos ver en Génesis que su ofrenda fue aceptable para Dios. Ahora permítame sugerirle que la justicia puede tener más que ver con la actitud que con la acción. Repito, la justicia puede tener más que ver con la actitud que con la acción.

Tomemos, por ejemplo, la parábola en Lucas capítulo 18, versículos del 9 al 14, en el Nuevo Testamento. Jesús habló sobre un fariseo y un publicano quienes subieron al templo a orar. El fariseo oró consigo mismo, diciéndole a Dios lo buen hombre que era, como obedecía cuidadosamente la ley, cómo ayunaba dos veces por semana y todas esas cosas. El publicano se paró solo y ni siquiera miró hacia el cielo, sino que se golpeó el pecho y dijo: “Dios, ten piedad de mí, pecador.” Y Jesús dijo: “El publicano descendió a su casa justificado en lugar del fariseo.”

Bueno, usted puede enumerar todas sus buenas obras y será en vano. Fíjese, la actitud del publicano le trajo justificación. La actitud que tenía el fariseo no le trajo justificación. También se nos dice que Dios le testificó a Abel al aceptar su ofrenda. De alguna manera se hizo evidente tanto para Caín como para Abel que el sacrificio de Abel era aceptable para Dios. Caín vio eso. Abel vio eso. Eso hizo enojar a Caín.

Y ahora es igual que en ese entonces. Los justos condenan a los injustos. Los actos justos surgen de actitudes justas. David el salmista sabía lo que Dios acepta. Él escribió en Salmos 51, versículo 17, en el Antiguo Testamento: “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.”

La aprobación de Dios es nuestro principal objetivo.

Al estudiar a Abel, aprendemos la respuesta a la pregunta: ¿Es suficiente la fe? La fe de Abel era una fe justificadora. Vimos su ocupación: él fue un pastor, que podía meditar sobre la bondad de Dios. Vimos su ofrenda: un cordero selecto, vida por vida. Vimos su aprobación:

Dios testificó aceptándolo. Para encontrar la aprobación de Dios, debemos venir tal como Él lo prescribió. Nuestra fe debe llevarnos a la acción. ¿Es suficiente la fe? No, la fe no es suficiente. La fe debe avanzar hacia la acción.

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