Capítulo 14 – ¿ Usted Qué Va a Hacer?

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Capítulo 14 - ¿ Usted Qué Va a Hacer?
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Capítulo 14 – ¿ Usted Qué Va a Hacer?

En 1912, el Titanic fue lanzado al mar en Liverpool, Inglaterra. Los constructores y armadores anunciaron con orgullo que esa embarcación era “insumergible.” Tan arrogante era el alboroto que rodeaba la seguridad e integridad estructural del Titanic que causó una gran ansiedad en el corazón de una mujer temerosa de Dios. Después de leer las afirmaciones de los constructores navales, la señora Hart creyó, y declaró: “¡Esto está siendo lanzado ante el rostro de Dios!” Usted puede imaginar su consternación cuando inesperadamente su familia fue transferida al gigantesco transatlántico para su viaje inaugural.

La Sra. Hart era la madre de Eva Hart, de siete años de edad, quien recuerda que su familia se salvó de la tragedia debido a las convicciones espirituales de su madre. A lo largo del viaje, la Sra. Hart permaneció despierta por la noche esperando que ocurriera un desastre, y así pudo llevar a su familia a una cubierta superior casi inmediatamente después de que la nave colisionó con un iceberg que no estaba a la vista. Debido a su actitud vigilante, la familia no se unió a las otras 1.500 personas quienes murieron esa noche.

Al reflexionar sobre esta historia, me vienen a la mente las palabras del poeta escocés Robert Burns; “Los mejores esquemas establecidos de ratones y hombres a menudo salen mal.” Proverbios capítulo dieciocho, versículo doce, en el Antiguo Testamento, señala un punto aún más agudo: “Antes del quebrantamiento se eleva el corazón del hombre, y antes de la honra es el abatimiento.

Cuando se lanzó el Titanic a principios del siglo XX, muchas personas estaban depositando su fe en la nueva ciencia y la tecnología. Las perdonas creían que la ciencia en el siglo XX podría y debería proporcionar respuestas para resolver todos sus problemas. La pérdida del Titanic fue un tremendo golpe para su confianza. Es muy triste que no hayamos aprendido mucho de su experiencia. En este siglo XXI, muchos alrededor de nosotros están cometiendo el mismo error.

En nuestro texto de hoy, Santiago, en el Nuevo Testamento, nos advierte sobre el peligro de hacer planes que excluyan el factor Dios. Nuestro estudio de hoy está tomado de los versículos finales del capítulo cuatro de Santiago. Es decir, los versículos del trece al diecisiete. El título del mensaje es: “¿Usted Qué Va a Hacer?” Ahora voy a leer el capítulo cuatro de Santiago, versículos del trece al diecisiete. Santiago capítulo 4, versículos del 13 al 17.

13 ¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos;

  1. cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.
  2. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.
  3. Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala;

17. y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.

Nuestro texto revela cuatro ADVERTENCIAS relacionadas con nuestros planes para el futuro.

Una Expectativa Poco Realista

Encuentro que las palabras iniciales del versículo 13 son bastante interesantes; “¡Vamos ahora!” El equivalente moderno sería para nosotros decir algo como “oh, vamos” o “ahora espera un minuto”. Los más jóvenes dirían: “Se realista.” Estas son expresiones de incredulidad. ¿Qué es lo que hace que estas expresiones sean llamadas expresiones de incredulidad? Se trata de las personas que hacen planes sin tener en cuenta a Dios.

Espero que usted no se canse de que se lo recuerde constantemente, pero Santiago les estaba escribiendo a los creyentes, a los seguidores del Señor Jesús. ¿Usted no encuentra fácil hacer planes sin pensar en el factor Dios? Demasiado a menudo me encuentro en este modo de pensar. Cuando alguien me pregunta: “¿Estará presente en la reunión en esta o aquella fecha?” Y respondo, “Seguro que estaré presente.” ¿Pero quién realmente decide si estaré allí o no? Es Dios quien decide. Entonces, debo estar consciente de que algunas de mis expectativas pueden ser poco realistas. Realmente no sé si estaré allí o no. Muchas cosas pueden suceder desde este momento hasta ese momento.

¿Eso quiere decir que es equivocado planificar por adelantado? ¡Por supuesto que no! En Proverbios capítulo seis, Dios nos dice que aprendamos una lección de las hormigas. Ellas planifican para el futuro recogiendo de la cosecha del momento para el momento en que la recolección sea imposible. En Lucas capítulo catorce. En el Nuevo Testamento: Jesús habló acerca de la importancia de planificar por adelantado cuando dio el ejemplo del hombre que comenzó a construir una torre y luego descubrió que no tenía suficiente dinero para terminarla. Y el Apóstol Pablo en su primera carta a Timoteo, en el Nuevo Testamento, habló de planificar el futuro cuando dijo: “Si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.” Yo creo que la Escritura es clara; no hay nada malo con planificar por adelantado.

Es incorrecto hacer planes sin considerar que nuestras expectativas pueden ser poco realistas. El tiempo verbal expresa actividad repetida o continua. Por lo tanto, pudiéramos leer, “Ustedes quienes están diciendo, hoy o mañana…haremos esto o aquello.” Eso no es un error o un momento de olvido. Esa es una forma de pensar deliberada que excluye a Dios del plan. Ese fue el problema con el agricultor rico en Lucas capítulo doce, quien dijo: “Derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?”

¿Cuáles son tus expectativas para el futuro? ¿Has considerado el factor Dios? El Salmo diez, versículo cuatro, en el Antiguo Testamento, nos dice: “El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; no hay Dios en ninguno de sus pensamientos.” Esto podría leerse de la siguiente manera: “Dios no está en absoluto en sus pensamientos.” Ese es el hombre malo. Pero ¿qué pasa con el justo, cómo hace él sus planes? El Salmo noventa, en el versículo doce nos dice cómo los justos hacen sus planes. “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.”

Creo que esta primera advertencia es clara, ¡no haga planes sin considerar a Dios, o sus planes pueden ser poco realistas! Usted no sabe lo que sucederá en el día de mañana.

La Condensación Inesperada

Aquí hay un poco de juego de palabras. Santiago compara nuestra existencia física con el vapor. ¿Qué es vapor? El vapor es la condensación. A medida que el agua se calienta, la disposición de las moléculas cambia y el agua se convierte en vapor o se condensa. Las gotas de agua quedan suspendidas en el aire. La evidencia visible del vapor es muy efímera. Así es como Santiago describe la extensión y la durabilidad de nuestras vidas. Justamente como un soplo de aire en una fría mañana de invierno. Casi tan pronto como sale de su boca; ¡se va!

Así es como nosotros, como seguidores de Cristo, debemos ver la vida. Pero así no es como la persona incrédula ve la vida. “Su íntimo pensamiento es que sus casas serán eternas, y sus habitaciones para generación y generación; dan sus nombres a sus tierras. Este su camino es locura; con todo, sus descendientes se complacen en el dicho de ellos,” Salmo cuarenta y nueve, versículos del once al trece. Ellos no ven sus vidas desde la perspectiva de Dios.

Hay otro significado para la condensación. Significa acortar o comprimir. Muchos de ustedes están familiarizados con los libros condensados de Reader’s Digest. En esos libros se toman una variedad de historias y se reducen, a menudo poniendo cuatro o cinco historias en un solo volumen. Les quitan ciertas partes “no esenciales” de la historia para hacer una versión abreviada.

El recordatorio de Santiago en el versículo catorce es muy pertinente para esta conversación. No tenemos ninguna promesa acerca del mañana. Jesús nos recordó que nuestras vidas, en comparación con la eternidad, son como la hierba del campo: está aquí hoy, mañana ha desaparecido. Es por esa razón que siempre tenemos que tomar en cuenta Sus planes cuando hacemos nuestros planes. Él sabe cosas a las cuales nosotros no tenemos acceso.

¡Qué rápido pueden cambiar nuestras vidas en un momento! “Los días de nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto pasan, y volamos.” Salmo noventa, versículo diez. No sabemos si nuestra vida como si fuera un “libro” será la versión condensada o la versión completa. Solamente Dios sabe eso. Alguien dijo: “usted puede atar las trenzas de sus zapatos por la mañana, pero el empresario de pompas fúnebres puede desatarlos esa noche.” Cuán cierto es eso para cada uno de nosotros. Es una advertencia para no olvidar la brevedad de la vida mientras hacemos nuestros planes.

Aprobación Incondicional

En el versículo quince, Santiago usa esta advertencia para explicar un principio muy importante. Pero primero, déjeme explicar lo que quiero decir con una aprobación incondicional. La palabra aprobación significa consentimiento. Y usar la palabra, incondicional, en este contexto, simplemente significa sin restricción. En otras palabras, no podemos hacer nada sin la aprobación de Dios. Algunas veces esa aprobación es explícita. Sabemos con certeza que Dios quiere que hagamos algo. Otras veces esa aprobación puede ser tácita, Dios nos permite hacer lo que queremos.

En contraste con aquellos quienes en el versículo trece dicen: “esto es lo que haremos,” Santiago dice que debemos decir: “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.” Recuerdo que cuando era niño veía folletos publicitarios para reuniones especiales en nuestra iglesia. Ellos enumeraban las fechas y horas de la reunión, el conferencista invitado y otra información pertinente. Pero en algún lugar de ese folleto, ya fuera debajo del encabezado, o al final estaban las letras mayúsculas, D y V. A medida que fui creciendo aprendí que esas letras representaban las palabras latinas, Deo Volente, que significan, si Dios Quiere.

Quienes planeaban la programación estaban reconociendo que necesitaban la aprobación de Dios para que tuviera lugar esta reunión. Ellos hacían los planes, pero solo Dios decidía si esos planes se harían realidad o no. Usted sabe algo; rara vez veo esas letras en los anuncios de hoy en día. Sí, yo lo sé, las cartas mismas, o inclusive las palabras pueden convertirse en una forma vacía y ritualista. Pero me pregunto, en nuestro rápido ritmo de vida, ¿hemos olvidado la necesidad de que Dios apruebe nuestros planes? Proverbios dieciséis, versículo treinta y tres, en al Antiguo Testamento, nos recuerda, “La suerte se echa en el regazo; más de Jehová es la decisión de ella.”

Al igual que en todas las otras áreas de la vida, en esta también Jesús es nuestro ejemplo perfecto. Él vivió Su vida de tal manera que pudo decir: “Porque yo hago siempre lo que le agrada al Padre.” Se desenvolvió solo dentro de la esfera de la aprobación incondicional de su Padre. ¿A dónde lo llevó? A la cruz, en el mejor momento de su vida; aproximadamente a la edad de treinta y tres años. Cuando alguien de nuestro círculo de conocidos es llevado de esta vida a esa edad, tendemos a verlo como un “desperdicio.” Sí, debemos rendirnos ante Dios para que nosotros también podamos decir: “si el Señor quiere, haremos esto o lograremos hacer aquello.”

La Desviación Infiel

¿Alguna vez le han advertido que no haga algo, pero de todos modos lo hizo? Eso es lo que hacen aquellos quienes se niegan a tomar en cuenta a Dios durante su planificación. Los versículos anteriores nos advierten explícitamente que no cometamos el error de dejar a Dios fuera de la escena. Pero en este caso, no solo se excluyó a Dios, sino que aquellos quienes hicieron los planes se jactaron en sus planes diseñados humanamente. Al igual que el marinero a bordo del Titanic quien, según los informes, dijo: “ni siquiera Dios podría hundir este barco.” Esas fueron palabras tontas. Santiago nos recuerda que este tipo de jactancia es grave para Dios.

¿A dónde nos lleva ese tipo de actitud arrogante? Nos lleva al versículo diecisiete. Eso nos lleva a una desviación infiel. La palabra desviación significa salirse de un camino establecido, de un principio o de un patrón; en este caso, el camino de Dios y Su patrón. Esa desviación no es el resultado de negligencia o engaño. ¡Es una desobediencia total! Es saber lo que es correcto, lo que es apropiado, lo que se espera, y luego negarse a hacerlo. Esto me recuerda la parábola que Jesús nos dio en el capítulo doce de Lucas.

“Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les dé su ración? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. En verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes. Mas si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y embriagarse, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles. Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.”

¿Usted ve el significado de las palabras de Jesús? Aquellos quienes saben lo que es correcto y se desvían del camino se mantendrán a un nivel más alto que aquellos que conocen menos. Santiago dice que aquel quien sabe lo que es correcto, pero que sin embargo se niega a hacerlo, pierde la posición y se aleja del camino de la rectitud. Cuando una persona se aleja del camino de la rectitud, ¿cuáles son sus otras opciones? Solo hay una: el camino de la maldad y eso conduce a la destrucción.

En el capítulo uno de Romanos, en el Nuevo Testamento, el Apóstol Pablo nos advierte sobre lo que les sucede a aquellos que no quieren reconocer a Dios, ellos no lo quieren en la escena. “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores…” y así sucesivamente.

Eso, amigo, mío es donde la desviación infiel aleja a una persona de Dios. Y para aquellos que no quieren a Dios en sus planes para el futuro, Él los complacerá. Cuando la vida termine, ellos no estarán en Sus planes futuros. Ellos habrán echado su suerte con el enemigo, Satanás. Ellos se reunirán con él en el lago de fuego por la eternidad.

Oh, ese es un pensamiento aleccionador, amigo mío. Lo animo a considerar cuidadosamente estas advertencias en cualquier plan que esté haciendo. Asegúrese de que Dios esté incluido en el mismo. Recuerde que la vida es corta. Busque no solamente Su permiso, sino Su aprobación incondicional. Y no rechace Su dirección. Si usted escucha estas advertencias, puede estar seguro de que sus planes no terminarán como el Titanic.

Oremos. Misericordioso Padre Celestial, gracias por estas advertencias de la pluma inspirada del escritor, Santiago. Gracias por recordarnos la importancia de recordar quiénes somos y quién eres Tú. Ayúdanos a tener siempre en cuenta que cualquier plan que hagamos está sujeto a Tu aprobación. Danos el deseo y el poder de vivir en obediencia a la verdad que nos has dado. Ayúdanos a caminar por el camino de la justicia y a descansar en tu aprobación incondicional. Se lo pedimos en el nombre de Jesús, Amén.

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