Capítulo 11 – Palabras de Sabiduría

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Capítulo 11 – Palabras de Sabiduría
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Si usted escuchó mi último mensaje titulado “La Lengua es un Monstruo,” entonces ya sabe la conclusión a la que llegamos. Ningún ser humano, por medio de la astucia, la lógica, la persuasión o la autodisciplina puede controlar a ese pequeño miembro de nuestro cuerpo. Comparé la lengua con el endemoniado de Gadareno a quien Jesús encontró entre los sepulcros. Ese hombre a menudo era atado con cadenas por sus semejantes con la esperanza de poder controlarlo. Pero eventualmente, rompía las cadenas y recurría a su salvaje recorrido, aterrorizando a la comunidad. Así es la forma como la lengua funciona.

¿Eso significa que no hay esperanza para que nosotros controlemos nuestra lengua? ¡Por supuesto que no significa eso! De hecho, no solo hay esperanza; hay seguridad en la Palabra de Dios de que podemos, por medio de la gracia de Dios, lograr el dominio sobre este miembro ingobernable de nuestro cuerpo. Cuando el hombre poseído por el demonio cambió de amo, de repente, él estaba bajo control. Lo mismo se aplica a la lengua. Cualquier persona que diga que no hay esperanza para nosotros en esta área no está aceptando la gracia habilitadora de Dios, ni caminando en el Espíritu.

Para cuando lleguemos al final de este estudio en el día hoy, quiero que pueda decir con confianza, “por la gracia de Dios y mi obediencia a la inspiración del Espíritu de Dios, ejerceré el control sobre mi lengua.” ¿Significa eso que nunca se equivocará, nunca lo arruinará y nunca perderá el control? Por supuesto que no, usted todavía sigues siendo humano. Pero una vez que empieza a experimentar el poder de Dios en esta área de su vida, se entusiasmará con los resultados.

Vamos a continuar y vamos a leer nuestro texto de Santiago capítulo 3 versículos 13 al 18, en el Nuevo Testamento. Luego, con la guía y la inspiración del Espíritu Santo, volveremos, lo revisaremos y veremos las “Palabras de Sabiduría” que provee Santiago. Nuestro texto está en Santiago capítulo tres, versículos del trece al dieciocho. Santiago capítulo 3, versículos del 13 al 18.

13 ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.

  1. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad;
  2. porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica.
  3. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.
  4. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.
  5. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz. 2

Las “Palabras de sabiduría” de Santiago nos mostrarán las FUENTES que controlan nuestros patrones del discurso.

Antes de examinar las fuentes del discurso, simplemente esbozaré unos comentarios a manera de introducción. Tenga en cuenta que el versículo trece comienza con una pregunta. “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros?” Esta pregunta establece el escenario para que podamos determinar, en primer lugar, la fuente de nuestra sabiduría, y luego, si esa sabiduría es o no el tipo de sabiduría que Dios quiere que tengamos.

La Sabiduría Terrenal (Versículos del 14 al 16)

Quiero que notemos que Santiago no va inmediatamente a la fuente de la sabiduría terrenal. En cambio, él señala las acciones que resultan de la sabiduría terrenal. Al observar las acciones, podemos determinar la fuente. Eso no debería sorprendernos, porque Jesús nos ayudó a analizar a las personas cuando dijo: “por sus frutos los conoceréis.”

Usted sabe que así es como un médico hace un diagnóstico de las dolencias físicas de una persona. Él busca los síntomas. Si es un médico sabio, no tratará los síntomas; él buscará la fuente del problema y lo tratará. Pero para diagnosticar el problema, comenzará buscando los síntomas. Ese fue el método que el Espíritu Santo inspiró a Santiago a usar aquí.

Echémosle una mirada a esos síntomas. Ahora bien, no quiero pasar mucho tiempo aquí porque creo que todos nosotros sabemos por experiencia personal lasevidencias de la sabiduría terrenal. Observe los frutos o síntomas enumerados aquí: envidia amarga, lucha, arrogancia y engaño.

La amargura es el resultado de la sabiduría terrenal. De alguna manera pensamos que si podemos destruir la reputación de alguien más, entonces de alguna manera eso elevará nuestras propias acciones a los ojos de los demás. Y aunque parezca funcionar por un tiempo, no nos damos cuenta de que nuestra amargura nos está destruyendo, espiritual, emocional y físicamente.

Proverbios capítulo 17, versículo 22, en el Antiguo Testamento nos dice: “El corazón alegre es buena medicina, pero el espíritu quebrantado [El espíritu amargo] seca los huesos.” ¿Qué pasa en los huesos? Ahí es donde se produce nuestra nueva sangre. Si nuestra sangre no es saludable, ¿imagine usted lo que pasa? Eso afectará todas las áreas de la salud. Muchas personas hoy sufren problemas físicos relacionados con la amargura y ni siquiera lo saben.

La envidia o los celos nos hacen pelear contra lo bueno que vemos en los demás. Llegamos a estar tan cegados por causa de nuestra ira que si vemos algo bueno en la otra persona tratamos de destruirlo porque nos hace ver mal. Terminamos regocijándonos en los fracasos de los demás y escondiendo los nuestros. Por el hecho de que somos conscientes de nuestros propios fracasos, pero no queremos que los demás sepan acerca de ellos, creamos esquemas elaborados tratando de evitar que la gente sepa lo que realmente hay en nuestros corazones.

Esto crea en nosotros un espíritu de arrogancia. Nunca podemos admitir que hemos estado equivocados. Creemos que eso va a rebajar nuestra posición frente a nuestros compañeros. Entonces no solo debemos esconder nuestro verdadero yo delante de nuestros enemigos, sino que también debemos ocultar quiénes somos delante de nuestros amigos. Como aquellos de quienes el Apóstol Pablo habla en el capítulo uno de Romanos, en el Nuevo Testamento, “con injusticia restringen la verdad.” Esto crea para nosotros un estilo de vida de engaño. En el exterior, parece que todo está bien, pero por dentro, es un nudo hirviente de ira, amargura, celos y condena. Condena, porque sabemos que debemos ser diferentes, pero parecemos impotentes para cambiar.

En el versículo quince, Santiago nos da un diagnóstico claro. Él nos dice que la sabiduría terrenal no proviene de Dios. Oh no, viene de nuestra alma y cuerpo, la parte terrenal y sensual del hombre. Y además, dice, “está motivada perversamente.” Satanás conoce nuestras debilidades, nuestras áreas de vulnerabilidad, y él las explotará cada vez que le demos la oportunidad.

Entonces, aunque una persona haya nacido del Espíritu, es decir haya nacido de nuevo, esta sabiduría terrenal no desaparece automáticamente. Si eso fuera cierto, Santiago no hubiera tenido que escribir estas palabras, porque, recuerde, él les estaba escribiendo a los creyentes. Fíjese en algo, el alma también necesita renacer. Este es un proceso donde el Espíritu de Dios que vive en mi espíritu comienza a tomar control, por supuesto, con mi cooperación, toma control de mi mente, mi voluntad y mis emociones. Hablaremos un poco más de esto más tarde.

La sabiduría terrenal promueve el desorden; de acuerdo con el versículo dieciséis. No hay límite para los tipos de maldad que son producto de la sabiduría terrenal. Ella se deleita en crear conflicto, lucha y contienda. Lleva a las personas a las profundidades del pecado donde pensaron, y tal vez inclusive dijeron que nunca irían. Seguir la sabiduría terrenal lo llevará más lejos de Dios de lo que siempre quiso estar y le costará más de lo que siempre estuvo dispuesto a pagar.

¿Usted puede ver cómo esto afecta su forma de hablar? Si las cosas que Santiago mencionó anteriormente están en su corazón, ellas se darán a conocer a través de sus palabras. Jesús dijo en Lucas capítulo seis, versículos cuarenta y cinco y cuarenta y seis, en el Nuevo Testamento: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.”

Entonces ¿cuándo usted analiza sus palabras, ellas son el fruto de la sabiduría terrenal?

La Sabiduría Celestial

El versículo diecisiete comienza con una palabra de contraste: Pero la sabiduría terrenal se origina en la parte sensual del hombre y en las regiones de lo demoníaco. La sabiduría celestial viene de arriba. Es la sabiduría piadosa que se origina en el espíritu regenerado del hombre y en las regiones de lo celestial. El contraste no podría ser más crudo.

Santiago nos informa que la característica más sobresaliente de esta sabiduría celestial es que es pura. En contraste con la amargura, la intriga y el engaño de la sabiduría terrenal, es santa, inocente, modesta y pura. Ella piensa lo mejor de los demás y los anima por sus éxitos alcanzados. Sus motivos son transparentes; no tiene nada que ocultar. Busca lo bueno de los demás porque tiene un aprecio genuino por la diversidad de las personalidades y dones espirituales dentro del cuerpo de Cristo.

Por el hecho de que es pura, a menudo es malentendida. La sabiduría celestial dice que Dios es justo y bueno en todo lo que hace. La sabiduría terrenal dice que Dios es injusto e inclusive sádico, porque Él permite el dolor en nuestras vidas. La sabiduría celestial dice que las leyes morales de Dios están destinadas a la bendición de la humanidad. La sabiduría terrenal dice que las leyes morales de Dios están destinadas a limitar mi libertad. Podríamos continuar y continuar con esto de forma interminable.

De nuevo, volvemos a la aplicación de esas verdades a la lengua. Cuando el corazón está lleno de sabiduría celestial, este se expresará en palabras que son puras y claramente entendibles. No habrá insinuaciones ocultas o ambigüedad. La sabiduría celestial hace lo que dice y dice lo que hace. La sabiduría celestial es pacífica. Busca lo que es sano y saludable. Desea vivir en paz con los demás y promueve las relaciones armoniosas entre la hermandad. En lugar de arrogancia jactanciosa, es agradable, suave y paciente, animando a los más tímidos a compartir sus ideas. Está dispuesta a escuchar las opiniones, las observaciones y los consejos de los demás, tratando de ver la situación desde su punto de vista.

Utiliza palabras pacíficas, palabras que promueven la comprensión más que la retórica inflamada, palabras que animan a otros a escuchar, a considerar seriamente los pensamientos, las ideas y los consejos de nuestros hermanos y hermanas, palabras que promueven la unidad en lugar de la división.

Cuando se confronta la sabiduría celestial, es accesible y razonable con facilidad. No dice palabras que sean defensivas, severas o rudas. Tiene el corazón de un aprendiz. Está llena de compasión. Sabe cuándo hablar y cuándo guardar silencio. Le da a las personas el beneficio de la duda, la segunda oportunidad, inclusive mientras se niega a comprometer la verdad. Sabe que la verdad sin amor es dura, pero el amor sin la verdad no es amor en absoluto; solamente un sentimiento vacío.

La sabiduría celestial no tiene favoritos. No resalta una persona y rebaja a otra. Ella le responde de la misma manera a todos. Eso no significa que tengamos relaciones más cercanas con algunos que con otros. Eso significa que tratamos a todas las personas con el respeto y la dignidad que merecen porque están hechas a la imagen de Dios. Eso significa que escuchamos atentamente tanto a un niño como a un adulto.

Finalmente, la sabiduría celestial es genuinamente sincera. Ella es transparente. No tiene una agenda oculta. La palabra, sincera viene del latín sincere. El prefijo sin, significa “sin” algo y “cere” significa cera. Póngalos juntos y obtendrá la expresión “sincera.” Las razones detrás de la raíz de la palabra pueden arrojar mucha luz sobre su verdadero significado. Déjeme explicarle.

Para una ama de casa en la antigüedad el hecho de elegir una olla de barro de buena calidad no era una tarea fácil. Los comerciantes deshonestos ocultaban las grietas y las imperfecciones en sus ollas de baja calidad cubriéndolas con cera antes de venderlas. En la parte exterior, una olla se podía ver perfecta, y la ama de casa a menudo no sabría cuán defectuosa era hasta que intentaba usarla. Tan pronto como le echaba el líquido caliente, la cera se derretía y la olla comenzaba a gotear.

Los comerciantes honestos comenzaron a etiquetar sus piezas de cerámica de buena calidad con las palabras sin-cere, que literalmente significaba “sin cera.” Cualquier ama de casa que comprara una olla etiquetada como sin-cere sabía que la arcilla era completamente sólida en toda la pieza. La sabiduría celestial es así, sólida desde el comienzo hasta el fin. Lo que usted veía, es lo que recibe.

Ahora echémoste una ojeada al versículo final, el versículo dieciocho. “Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.” ¿Qué significa eso? El fruto de la justicia es el producto de nuestra posición correcta con Dios. Por el hecho de que hemos aceptado el sacrificio de Cristo como el único pago aceptable por nuestro pecado, somos hechos justos ante Su vista. Hay ciertas acciones de nuestra parte que corroboran o verifican esa aceptación. Una de esas acciones es lo que decimos y cómo lo decimos.

Luego dice que la fruta se siembra, se difunde, o se dispersa, en paz. La paz, como se dice aquí, habla no solo de tranquilidad, sino también de prosperidad. Los pacificadores siempre animan a otros a exhibir esa sabiduría celestial que promueve ambas, la paz personal y la paz corporativa. Ellos trabajan por la paz y hacen todo lo posible para facilitar la paz. Ellos saben por experiencia que la persona que está en paz con Dios y con su prójimo es realmente una persona rica.

Amigo mío, cuando usted considera su propia vida, ¿cuál es la fuente de sabiduría para sus palabras? ¿Es usted un creyente quien aún se aferra a esa sabiduría terrenal, sensual y engañosa? ¿Están tensas sus relaciones con los demás por su espíritu implacable, sus palabras duras, su falta de voluntad para admitir sus fracasos? Sabe algo, usted no tiene que continuar por ese camino. Dios quiere que usted tenga Su sabiduría celestial. Y Él ha hecho todas las provisiones para que la tenga.

Todo lo que usted tienes que hacer es presentarse ante el Señor con quebrantamiento y arrepentimiento. Él perdonará su pecado y le dará la gracia que necesita para confesarle sus faltas a aquellos a quienes ha ofendido. Él le dará por medio de Su Espíritu Santo, tanto el deseo como el poder para decir palabras llenas de gracia; palabras que edifiquen, palabras que sanen. Él le traerá a su alma una tranquilidad y una prosperidad que nunca creyó posible. Esa es la promesa del versículo final de nuestro texto. Al hacer la paz y promover la paz, usted experimentará la paz. Esa será una clara evidencia de su correcta posición con Dios. Sus palabras serán palabras de sabiduría, de sabiduría celestial.

Vamos a orar. Padre Celestial misericordioso, oh cómo necesitamos tus palabras de sabiduría. Necesitamos palabras que edifiquen, palabras que animen y palabras que sanen. Oh, Padre, confieso mi necesidad ante Ti y oro para rendirme completamente a tu Espíritu Santo en esta área de mi vida. Y oro por mi amigo quien

está escuchando, para que él o ella también encuentren tu gracia en esta área de la vida. Si hay alguien a quien tienen que acercarse y pedirle perdón, dale el valor para seguir las indicaciones de tu Espíritu Santo para que ellos puedan experimentar la libertad que Tú deseas darles, inclusive hoy.

Y ahora Padre a todos los que están escuchando, los encomiendo a Ti y a la palabra de Tu gracia que puede edificarlos y darles una herencia entre todos los que son santificados, por medio de Jesucristo, nuestro Señor, Amén.

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