Capítulo 15 – Se Acerca el Día de Pago

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Capítulo 15 - Se Acerca el Día de Pago
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¡El día de pago! Esas palabras tienen un sonido de bienvenida, ¿verdad? Lo más probable es que cada trabajador, en cada cultura y país del mundo, conozca esas palabras en su lengua materna. El esfuerzo, el sudor, el ejercicio de la fuerza o del cerebro, finalmente producen una recompensa. Ahora bien, usted y yo podemos proveer para nuestras necesidades y las de nuestras familias. Nuestro trabajo ha sido recompensado, las necesidades de la vida se pueden comprar o intercambiar, y la vida física se mantendrá.

Bueno ahora justamente por un momento, vamos a suponer que usted trabajó toda la semana en su trabajo, sea cual sea, y que al final de la semana NO recibió el salario que se le había prometido. ¿Cómo se sentiría? ¿Cómo respondería? Por lo menos se sentiría engañado — todo ese trabajo y ninguna recompensa. Me parece interesante que muchos se levantarían indignados por la retención de los salarios de una persona, y con toda la razón, de alguna manera piense que ellos pueden vivir sus vidas enteras en auto gratificación y no esperar una recompensa proporcional. En el estudio de hoy queremos echarle un vistazo a ese grupo.

Nuestro texto de hoy está en el capítulo cinco de Santiago, versículos del uno al seis. En este pasaje de las Escrituras, Santiago habla de un grupo de personas que tienen el problema que acabo de mencionar hace un momento. Debido a su posición en la vida, y la forma en que están acostumbrados a hacer las cosas a su manera, ignoran felizmente el día de pago que se avecina. Este les llegará inesperadamente.

En nuestro texto, Santiago se dirige a los empleadores: empleadores adinerados, empleadores injustos, empleadores que se han beneficiado a costa de sus empleados. Este texto es un pronunciamiento de juicio sobre esos empleadores injustos. También es una advertencia a todos los empleadores para tratar justamente con sus empleados. E inclusive si usted no es un empleador, aquí hay principios que hará bien en observar y obedecer.

En esta oportunidad, nuestro texto está el capítulo cinco de Santiago, versículos del uno al seis. Ahora estoy leyendo esa porción de la Palabra de Dios. Santiago capítulo 5, versículos del 1 al 6, en el Nuevo Testamento.

  1. ¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán.
  2. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla.
  3. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros.
  4. He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos.
  5. Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis

engordado vuestros corazones como en día de matanza.

6. Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia.

En este texto, Santiago revela los SALARIOS prometidos que llegarán a los empleadores injustos.

Tu Riqueza Llega a Ser Una Maldición

Santiago comienza el capítulo cinco, versículo uno con las mismas palabras que usó en el capítulo cuatro, versículo trece, “Vamos ahora.” Quizás la división de capítulos aquí fue un poco arbitraria. Definitivamente hay una conexión entre los últimos versículos del capítulo cuatro y el comienzo del capítulo cinco. A pesar de todo, como dije la semana pasada, el equivalente moderno sería que dijéramos algo como “oh, vamos” o “espere un momento”. Ambas veces está en un contexto donde el resultado final resulta ser diferente de lo que generalmente se esperaba.

Los hombres acaudalados (Ellos son los empleadores según el versículo cuatro) se les dice que lloren y aúllen porque la miseria está a punto de alcanzarlos. Allí había unos hombres quienes estaban acostumbrados a una vida de tranquilidad, risa, alegría, humor y celebración. Se vestían de gala y se jactaban en sus posesiones acumuladas. Santiago dijo que deberían lamentarse y aullar en su miseria a causa de las calamidades que venían en camino. Las dificultades y los problemas estaban por venir, porque, al igual que aquellos de quienes hablamos la semana pasada, olvidaron el factor Dios. Hoy hay muchos como ellos y, tristemente, algunos de ellos están en la iglesia. Este mensaje probablemente les cayó de sorpresa. Olvidaron las palabras del predicador en Eclesiastés capítulo cinco, versículo trece, en el Antiguo Testamento, “Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal.”

Las riquezas de las que habla Santiago en el versículo dos no son monetarias; esas vienen más tarde en el versículo tres. Aquí, él estaba hablando de cosas que se echan a perder o se pudren. Si usted salta al versículo cuatro, aprende que su riqueza estaba en sus cosechas, en sus productos agrícolas. Ahora bien, eso tiene sentido. Los productos agrícolas del suelo, por el hecho de que es materia orgánica, inclusive si se almacenan con mucho cuidado, tendrán la tendencia a descomponerse o a podrirse. Sus granos se infestarían con insectos o se expondrán a la humedad. El vino se tornaría agrio y perdería valor y el aceite de oliva se pondría rancio. Además de todo eso, la gran cantidad de vestimenta fina que habían acumulado sería comida por las polillas.

En el versículo tres, la plata y el oro de estos hombres ricos se convierten en una responsabilidad. Su oro y plata, ya sea en plato o en moneda, se empañarían. Quiero que veas aquí la conexión entre los productos agrícolas, la ropa y la plata y el oro. ¿Por qué todas estas cosas pasaron a un estado de decadencia? ¡Porque estos hombres ricos las estaban acumulando!

Y Dios dijo que esas cosas que habían acumulado se convertirían en la evidencia que los condenaría en Su corte de justicia. Al igual que el agricultor rico en Lucas capítulo doce, las acciones de estos hombres los caracterizaron como tontos porque fallaron en incluir a Dios en sus vidas y planes. Ellos no estaban compartiendo con los pobres y no era por el hecho de no tener los recursos. ¡Sino era por el hecho de que eran egoístas y codiciosos! Se negaron a honrar a Dios con la misma riqueza que Él les había dado. La hubieran utilizado producción de sus campos, en un período de tiempo apropiado, casi no habría tenido la oportunidad para descomponerse. La plata y el oro, que se pasaban de mano en mano en el proceso comercial, no se habría enmohecido tan rápidamente como cuando lo acumulaban en una cuenta secreta.

La misma cosa en la que habían puesto sus corazones como fuente de bendición, consuelo, seguridad y satisfacción ahora se convertiría en una maldición para ellos. Siempre será así. Dios nunca tuvo la intención de que las “cosas” produjeran seguridad. Aquí Santiago se vuelve muy gráfico. Él dijo que el óxido, o la corrosión, de sus riquezas “devoraría sus carnes como fuego.” Existe una conexión obvia con la palabra “enmohecido” que él utilizó para describir lo que les sucedería a sus riquezas. ¡El término moderno para la palabra enmohecido es, gangrena! Es una palabra temida hoy en día, pero imagine cuánto más temida era en el momento en que Santiago estaba escribiendo. Le infringía el temor al corazón más fuerte, al igual que la palabra “cáncer” lo hace con nosotros en estos tiempos.

La última parte del versículo tres es un desafío para descifrar, pero aquí está lo que entiendo acerca de él. Cuando comenzamos este estudio del libro de Santiago, señalé mi creencia de que este libro fue uno de los primeros que fue escrito del Nuevo Testamento. Manteniendo esa idea en mente, me hace pensar que el juicio ardiente que estaba por venir era en realidad la destrucción de Jerusalén en el año setenta D.C. Si usted lee los profetas del Antiguo Testamento y sus mensajes de juicio, uno de los asuntos por los cuales Dios juzgó a su pueblo más duramente fue por la opresión contra los pobres. Obviamente, ese pecado estaba teniendo lugar aquí en este texto. Y, creo, de acuerdo con la Escritura, que los pecados del materialismo y la codicia también caracterizarán los últimos días de la historia.

Si usted es una persona rica, y especialmente un empleador, lo animo a que tome estas palabras en serio. Jesús y los apóstoles advirtieron una y otra vez en el Nuevo Testamento sobre el peligro de las riquezas usadas egoístamente. Ni usted ni yo queremos recibir el tipo de salario mencionado aquí.

Sus Trabajadores Claman por la Justicia

Recuerdo cuando era joven, haber leído el libro titulado “La Jungla.” La novela fue escrita por Upton Sinclair y detallaba las horribles condiciones de trabajo que existían en las plantas empacadoras de carne en Chicago a principios del siglo XX. Ciertamente no apoyaría la conclusión del autor de que el socialismo es la solución para estos problemas. Pero el libro, como dije, da una idea de los abusos desenfrenados cometidos contra los trabajadores empleados en los mataderos. Esos abusos fueron, al menos en parte, responsables de la creación de los sindicatos como una forma de ofrecer cierta protección a los trabajadores. Pero dada la naturaleza de la humanidad no redimida, los sindicatos han dado lugar a sus propios abusos tanto de los trabajadores como de los empresarios.

El versículo cuatro introduce esta parte del salario. Santiago acusa a los ricos terratenientes de retener los salarios de sus trabajadores. Dios había dado instrucciones claras a Su pueblo con respecto al tratamiento de los empleados. Levítico capítulo diecinueve, versículo trece y Deuteronomio capítulo veinticuatro, versículo quince, ambos en el contienen este mensaje similar. “En su día le darás su jornal, y no se pondrá el sol sin dárselo; para que no clame contra ti a Jehová, y sea en ti pecado.” Además, Dios había prometido poca paciencia con aquellos quienes ignoraron esa orden. “Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los que defraudan en su salario al jornalero,” Malaquías capítulo tres, versículo cinco.

Estas son todas escrituras del Antiguo Testamento, eso era todo el texto que Santiago tenía es ese momento; pero hay suficiente texto en el Nuevo Testamento que aborda las relaciones empleador/empleado.

Esos terratenientes habían violado los mandamientos claros de Dios y los clamores de los obreros se convertirían en evidencia contra ellos en el tribunal de justicia de Dios. Ellos asumieron que debido a que los trabajadores no tenían un tribunal terrenal que escuchara su caso, entonces podían ser oprimidos con impunidad. Pero una vez más, esos hombres ricos olvidaron el factor Dios. Dios estaba observando y estaba llevando un registro. Ellos habían olvidado la advertencia de Proverbios capítulo veintiuno, versículo trece, en el Antiguo Testamento, “El que cierra su oído al clamor del pobre, también él clamará, y no será oído.”

Los gritos de justicia habían llegado a los oídos del Señor del Día de Reposo. Adam Clarke dice: “Señor de los ejércitos, es un nombre frecuentemente asignado a Dios en el Antiguo Testamento, y significa su poder incontrolable, y los medios infinitamente numerosos que tiene para gobernar el mundo, defender a sus seguidores, y castigar los malvados.”

Estos versículos dan una advertencia a todos los empleadores, pero especialmente a aquellos que se llaman a sí mismos cristianos. No existe una causa justa para oprimir a los empleados. Proverbios capítulo catorce, versículo treinta y uno advierte: “El que oprime al pobre, afrenta a su Hacedor; más el que tiene misericordia del pobre, lo honra.” Y, Colosenses capítulo cuatro, versículo uno, en el Nuevo Testamento exhorta, “Amos, haced lo que es justo y recto con vuestros siervos, sabiendo que también vosotros tenéis un Amo en los cielos.” Nunca olvidaré la bondad de un antiguo empleador quien nos pagaba con sus fondos personales cuando no había fondos comerciales para cumplir con la nómina. A pesar de que él no hizo profesión de fe, su cuidado por sus empleados avergonzaría a muchos empresarios cristianos.

En el mundo empresarial actual de adquisiciones y fusiones internacionales, las empresas a menudo son compradas y vendidas por especuladores que no tienen compasión por los empleados de las empresas involucradas. Su único objetivo es enriquecerse a sí mismos a través de sus maniobras y negocios. Si los empleados sufren o pierden su empleo como resultado, a estos hombres codiciosos y desalmados no les importa nada en absoluto. Pero cometieron el mismo error que los hombres adinerados sobre quienes escribió Santiago; ellos están olvidando el factor Dios. Los clamores de los trabajadores privados de sus derechos finalmente llegarán a los oídos del Señor de los ejércitos. Y el día de pago para ellos traerá una maldición en lugar de una bendición.

Su Crueldad Llega a su Fin

Amigo mío, las descripciones dadas en los últimos dos versículos de nuestro texto son muy contemporáneas. Las cosas que Santiago menciona aquí esbozan un estilo de vida basado en el consumo. Hoy en día, muchos miembros ricos de la iglesia viven en el lujo, mientras que los programas misioneros de la iglesia van mendigando por ahí. Muchas personas acumulan posesiones, acumulan sus recursos financieros y tienen lujosos armarios. Mientras profesan a Cristo sus elecciones de estilo de vida muestran que se han entregado a la crueldad, por ejemplo, la sensualidad y la gratificación de sus apetitos carnales. Esto fue precisamente lo que el Espíritu Santo inspiró a que Santiago condenara enérgicamente.

Muchos cristianos occidentales son adictos al entretenimiento y al placer. Los eventos deportivos atraen a grandes multitudes, pero las reuniones de oración son poco concurridas. A menudo las multitudes más grandes se encuentran en las iglesias con el entretenimiento más animado y la predicación poco sólida de la Palabra. Muchos estacionamientos de iglesias lucen como un concesionario de autos de lujo. Cualquiera que sugiera la necesidad de que los seguidores de Cristo sean autocontrolados y disciplinados en todas las áreas de la vida está sujeto a difamaciones crueles o se les deja de lado por ser legalistas.

Parte de la acusación en estos versículos tiene que ver con el hecho de comer sin control. Recuerdo cuando era joven haber manejado a través de numerosos restaurantes y lugares de comida rápida en una distancia corta. Mi papá dijo, “El pueblo estadounidense está cavando sus tumbas con sus dientes.” Si él tenía razón en ese momento, y de hecho la tenía, ¿cuánto más ciertas son sus palabras hoy en día? El aumento de los restaurantes tipo buffet y todo lo que pueda comer, y el aumento correspondiente de la obesidad, las enfermedades cardíacas y otras dolencias hace que estos versículos sean especialmente relevantes en la actualidad. La gente se está matando literalmente por causa de sus apetitos fuera de control.

¿Y sabes lo que le sucede a las personas quienes llegan a estar controladas por sus apetitos? Se acostumbran tanto a tener lo que quieren cuando lo quieren, y llegan al momento donde no tolerarán ninguna oposición. Cualquiera que se interponga en su camino para satisfacer sus apetitos es historia. Aunque alguna vez hayan abrazado a Cristo y los principios de Su Palabra, ahora el fin justifica los medios si conduce a su satisfacción sensual. Fue así durante los días en que Santiago estaba escribiendo y es cierto hoy en día.

Pero Santiago advierte a aquellos quienes viven controlados por sus pasiones, Dios no permitirá que esto continúe para siempre. Está cerca el día del juicio final, llegará el día de pago prometido. Cada uno de nosotros tendrá que rendir cuentas por nosotros mismos ante Dios Todopoderoso y luego recibir el salario justo que hemos ganado.

Termino con estas palabras de los labios de Jesús en el capítulo seis de Lucas, versículos veinticuatro a veintiséis; “Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados! porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis. ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas.”

Padre celestial estas son palabras aleccionadoras de parte del Señor Jesús, y de la pluma del escritor Santiago. Te agradezco que tu Espíritu Santo lo inspiró a escribir este mensaje. Y oro para que tu Espíritu escudriñe mi corazón y el corazón de mi amigo quien escucha y revele cualquier área de autocomplacencia que deba ser eliminada. Padre, ayúdanos a poner todos nuestros deseos y apetitos bajo el control de tu Espíritu para que podamos maximizar nuestros recursos para tu gloria y la extensión de tu iglesia aquí en esta tierra.

Danos ojos para ver la vida desde tu perspectiva y comprender el valor de vivir sencillamente para que otros puedan tener la oportunidad de escuchar el Evangelio. Que tengamos el maravilloso privilegio de conocer a aquellos en el cielo que vinieron a conocerte como resultado de nuestra inversión en el trabajo del reino. Te pido esto en el nombre de Jesús… Amén.

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