La oracón de fe 2

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La oracón de fe 2
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Capítulo 17 – La oración de fe

Hemos llegado al mensaje final de nuestro estudio del libro de Santiago. Ha sido un estudio intensamente práctico, que nos ha dado mucho trabajo a medida que vivimos una “Fe que funciona.” Les recuerdo nuevamente, que en ninguna parte de esta epístola Santiago sugiere que ganemos nuestra salvación por las cosas que hacemos. Sin embargo, sí argumenta, que si nuestra salvación es genuina, entonces pensaremos de manera diferente, actuaremos de manera diferente y nos veremos diferentes que los incrédulos. Y, él da instrucciones claras sobre cómo se puede hacer eso.

Nuestro texto de hoy — los versículos finales del capítulo cinco de Santiago, tratan sobre un tema muy importante; se trata de la oración. La oración es una parte vital de una fe activa. John Bunyan, el autor de la bien conocida alegoría, “El progreso del peregrino,” dijo una vez: “Usted puede hacer más que orar después de orar, pero usted no puede hacer más que orar hasta que haya orado.” Un predicador puritano agrega este consejo: “Cuando a las personas no les importa lo que Dios les dice en Su Palabra, Dios le da muy poca importancia a lo que ellos dicen en oración.” Estas citas resaltan un aspecto único de la oración. La oración es lo principal. La oración es poderosa. La oración hace la diferencia. Pero solamente para aquellos que obedecen la Palabra de Dios.

En nuestro estudio de hoy, Santiago habla sobre “La oración de fe.” Decidí colocarle esa frase como el título del mensaje. Nuestro texto está en el capítulo cincode Santiago, versículos del trece al veinte, en el Nuevo Testamento. Escuche atentamente mientras leo esos versículos. Santiago capítulo 5, versículos del 13 al 20.

  1. ¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas.
  2. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.
  3. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.
  4. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.
  5. Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses.
  6. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.
  7. Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver,
  8. sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.

La oración hace una diferencia porque nos estamos conectando y comunicando con el ser más grande y poderoso del universo; Dios Mismo. Al examinar este texto observamos varios RESULTADOS que siguen a “La oración de fe.”

La oración brinda consuelo

La oración le brinda consuelo a aquellos quienes están sufriendo penurias o problemas. Si usted es un cristiano que cree en la Biblia, como yo, acepta la doctrina de la soberanía de Dios. Nosotros creemos que Él controla no solamente el universo físico, sino también las circunstancias de nuestras vidas. Nada viene a nosotros sin Su aprobación, o al menos, sin Su permiso. En el mensaje anterior de esta serie, analizamos brevemente la vida de Job, un ejemplo muy obvio de la soberanía de Dios en los asuntos de los hombres. Job se encontraba en una clara desventaja en comparación con nosotros porque no tenía la revelación de Dios a través de la Palabra escrita y del Espíritu Santo. Sin embargo, a pesar de esas limitaciones, él fue fiel.

Ya que creemos que Dios controla los eventos de nuestras vidas, y que Él sabe todo sobre nosotros, uno podría preguntarse: “¿Por qué molestarse en orar?” Sin embargo, Santiago nos instruye a orar en tiempos de problemas. Hay varias razones para orar. Primero, la oración reconoce que no estamos en control de la situación; eso ayuda a eliminar el orgullo. Sabemos que necesitamos ayuda externa, ya sea humana o divina, o ambas.

Cuando nos encontramos en dificultades, especialmente cuando estamos en una posición en la que no podemos hacer nada, es a menudo una motivación para evaluar nuestras vidas. Muchas personas le han agradecido a Dios por una experiencia que los sacó de la rutina de las actividades diarias, los puso de espaldas y les dio la oportunidad de orar y buscar el rostro de Dios. Fue durante ese momento cuando se dieron cuenta a donde los estaba llevando el camino por el cual viajaban. Y decidieron que realmente ese no era el lugar adonde querían ir.

La oración también nos da acceso a los recursos de Dios. Pablo dijo en Hebreos cuatro, versículos quince y dieciséis, en el Nuevo Testamento, “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” Tenemos un representante, Jesucristo, quien ha sufrido todo lo que hemos sufrido o vamos a sufrir. Sin embargo, en todos Sus sufrimientos, tentaciones y pruebas, no pecó. Por eso, estamos invitados a venir valientemente, con confianza, a Su trono para encontrar misericordia y gracia.

Además, la oración brinda consuelo a aquellos quienes están físicamente enfermos. Santiago instruye a aquellos que están enfermos que llamen a los ancianos de la iglesia. ¿Porque es esto importante? ¿Las oraciones de los ancianos tienen un peso especial con Dios? No en el sentido de que son mejores que los miembros de la iglesia, o inclusive necesariamente más espirituales. Pero a medida que leemos las Escrituras, no podemos evitar ver cómo obra Dios a través de las estructuras de autoridad divinamente establecidas. Uno puede ver este principio claramente en el relato del centurión gentil en el evangelio de Mateo, capítulo ocho, en el Nuevo Testamento.

También creo que involucrar a los ancianos de la iglesia resalta las dimensiones espirituales a menudo ignoradas de la enfermedad física. Ahora por favor, no me malinterprete. No estoy diciendo que toda enfermedad sea el resultado de un pecado personal. Los discípulos de Jesús cometieron ese error en el capítulo nueve de Juan, en el Nuevo Testamento, cuando atribuyeron la ceguera de un hombre a su pecado o al pecado de sus padres. Y Jesús rápidamente les dijo que la ceguera de ese hombre no era el resultado del pecado de nadie. Habiendo dicho eso, fíjese cómo Santiago observa esta dimensión diciendo, “…y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.” En muchos casos, hay consecuencias físicas tanto para los pecados del cuerpo como para los pecados del espíritu.

En toda esta oración, debemos reconocer la posibilidad de que Dios no sanará al enfermo. Si bien este hecho no se menciona específicamente en este texto, debemos tener en cuenta el contexto más amplio de las Escrituras. Adam Clarke afirma que hay algunos casos en los que “Dios ve que sería perjudicial para la salvación del paciente ser restaurado, y por lo tanto toda la fe y la oración en tales ocasiones deben ejercerse sobre esta base: Si es más para Su gloria, y el bien eterno del alma de ese hombre, que sea restaurado; si no, Señor, perdónalo, purifícalo y llévalo a Tu gloria.” Pero incluso en el caso de la muerte, hay consuelo en la oración cuando se nos recuerda la bendición de aquellos quienes mueren en el Señor.

La oración de fe también trae la seguridad de que somos puros ante Dios. El Espíritu Santo es fiel y asegurará nuestros corazones si estamos en una relación correcta con Dios. Pero, si hay pecado en nuestras vidas, una oración de arrepentimiento trae regocijo a medida que experimentamos la limpieza por medio de la sangre de Cristo y la restauración de la paz en nuestros espíritus. Puedo decirle por experiencia personal que algunos de los momentos más dulces de comunión que he experimentado con Dios, han llegado después de momentos de arrepentimiento y limpieza. El hecho de experimentar el amor incondicional del Padre es una gran consuelo.

La oración de fe nos consuela en nuestras aflicciones; espirituales, emocionales y físicas.

La oración trae fortaleza

En el versículo dieciséis, Santiago nos exhorta a confesar nuestras fallas el uno al otro y a orar los unos por los otros. Observe la condición que se adjunta a este mandamiento. “Confesaos…y orad…para que seáis sanados.” ¿Podemos inferir de esta afirmación que la curación depende de nuestra confesión y nuestras oraciones? Le recuerdo las palabras de Pablo en I Corintios capítulo once, versículos veintinueve al treinta y dos. Están en el contexto de la observación de la Cena del Señor, pero el principio es el mismo que aquí se aborda en Santiago. “Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. [O, muchos han muerto] Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; más siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.” El hecho de confesar nuestras fallas, literalmente, nuestros pecados, el uno al otro y orar el uno por el otro trae la fortaleza y el consuelo de la hermandad junto con la bendición del Señor. La curación puede ser tanto física como espiritual.

Agradezco profundamente a los hermanos y hermanas que Dios me ha dado en nuestra congregación local. Disfruto mucho y me beneficio de nuestros momentos de adoración y comunión juntos. Y sin embargo, les he dicho: “si, en el transcurso de una semana, por alguna razón debo perder un servicio, preferiría perder un servicio dominical antes de perder nuestra reunión de oración a mitad de semana.” ¿Usted sabe por qué me siento de esa manera? Porque es en ese momento un poco más informal cuando nosotros, como hermanos, tenemos más libertad para confesar nuestras fallas el uno al otro y orar el uno por el otro. Yo sé que mis hermanos están orando por mí y no van a tomar mis confesiones y van a utilizarlas en mi contra. Hay una gran fortaleza en la oración unida.

Oh amigo mío, si solamente pudiéramos entender el tremendo potencial de orar el uno por el otro. Durante la Segunda Guerra Mundial, Hitler le ordenó a todos los grupos religiosos que se unieran para poder controlarlos. Entre las asambleas de los Hermanos, la mitad cumplió y la mitad se negó a cumplir la orden. Aquellos que aceptaron la orden vivieron una situación mucho más fácil. Aquellos que no la aceptaron enfrentaron una dura persecución. En casi todas las familias de aquellos que se resistieron, alguien murió en un campo de concentración.

Cuando terminó la guerra, los sentimientos de amargura se extendieron profundamente entre los grupos. Finalmente decidieron que la situación tenía que ser sanada. Los líderes de cada grupo se reunieron en un retiro silencioso. Durante varios días, cada persona pasó tiempo orando, examinando su propio corazón a la luz de los mandamientos de Cristo. Luego se juntaron. Alguien más tarde le preguntó a un amigo que estaba allí: “entonces ¿usted qué hizo?” “Sencillamente éramos uno,” le respondió.

A medida que confesaban su hostilidad y amargura hacia Dios y cedían a Su control, el Espíritu Santo creó un espíritu de unidad entre ellos. El amor llenó sus corazones y disolvió su odio. Ellos confesaron sus faltas y oraron el uno por el otro, y fueron sanados.

Entonces Santiago cierra el versículo dieciséis con esta declaración; “La oración eficaz del justo puede mucho.” Para ilustrar su declaración, nos señala la vida de Elías. A menudo tenemos la tendencia a mirar a los patriarcas, a los profetas e inclusive a los apóstoles como si fueran unos seres santos súper espirituales. Pero Santiago nos recuerda que Elías era un hombre que tenía sentimientos y deseos como los que tenemos nosotros. Si usted lee el relato de su vida, él tuvo sus altibajos. Debido a la maldad del rey Acab, Dios le dio instrucciones a Elías que orara fervientemente para que no lloviese; ¡y no llovió durante tres años y medio! Luego, después de su enfrentamiento con los profetas de Baal en el Monte Carmelo, oró de nuevo, y Dios envió la lluvia. ¡Qué maravillosa respuesta a la oración, qué gran victoria para el Dios del cielo! Pero en la siguiente escena encontramos a Elías acurrucado en una cueva sintiendo temor por su vida debido a las amenazas de la malvada reina Jezabel. Usted y yo podemos identificarnos con eso, ¿verdad?

La súplica activa y ferviente de una persona en una correcta posición con Dios tiene un poder increíble. No hay nada que pueda oponerse. No es de extrañar que María, la Reina de Escocia, dijera del reformador protestante escocés, John Knox, “Le temo más a sus oraciones que a un ejército de diez mil hombres.” La oración trae fortaleza.

La oración trae arrepentimiento

Varias veces en esta epístola se nos recuerda acerca de nuestra tendencia a volver a nuestro anterior estilo de vida pecaminoso. Este problema emerge nuevamente en los últimos versículos de nuestro texto. Santiago nos recuerda que en nuestros corazones hay deseos que pueden fácilmente llevarnos por el mal camino. Él también nos demuestra cómo podemos protegernos contra eso.

Veo una conexión de regreso con el versículo dieciséis. Mientras caminamos en unidad con nuestros hermanos y hermanas en el Señor, podremos ver cuándo uno de ellos se está desviando del camino. O ellos podrán ver cuando estamos a la deriva. Hay una necesidad de responsabilidad mutua. Las oraciones fieles y la confrontación amorosa son una parte necesaria en nuestras congregaciones locales.

Desde su punto de vista como un líder en la iglesia primitiva, Santiago podía ver claramente la necesidad que tenían los cristianos de orar el uno por el otro. Él dijo: si alguien se extravía del camino de la verdad, y alguien viene detrás de usted, lo hace volver y lo trae de regreso, tenga la seguridad de que le han hecho un gran servicio. Él continuó diciendo, que uno rescata a un alma de la muerte y cubre una multitud de pecados.

¿Qué quiso decir Santiago en este último versículo? Muy a menudo, cuando una persona se aleja de Dios, ha sido engañada. Se ha negado a reconocer y abrazar la verdad y Dios le permite ser engañado. El engaño es a menudo una consecuencia de la desobediencia. Esa persona no ve claramente dónde lo está llevando el camino en el cual está. Y si Satanás se sale con la suya, nunca se dará cuenta hasta que sea demasiado tarde.

Pero si usted está orando fielmente por esa persona, y amorosamente se acerca a ella o a él y le dice: “hermano, hermana ¿usted se da cuenta adónde lo está llevando el camino en el cual se encuentra?” A través de sus oraciones y preocupaciones, Dios puede usarlo a usted para llevar a esa persona al lugar del arrepentimiento. Qué maravilloso privilegio es el hecho de ser una herramienta que el Espíritu Santo puede usar para rescatar a un hermano o una hermana de la destrucción. Usted puede rescatarlo no solamente de la muerte espiritual, sino también de la muerte física y emocional. Esto es particularmente cierto cuando se trata de los pecados sexuales. Los pecados sexuales tienen consecuencias devastadoras espiritual, emocional y físicamente. Y tienen un impacto de mayor alcance en las relaciones.

Más allá de eso, no solamente se rescata a esa persona de la destrucción, sino que se cubre una gran cantidad de pecados que de otro modo habrían sido cometidos si se hubiera mantenido en ese camino. Es decir, esos pecados no van a cometerse. Esa persona se ha arrepentido, ha dado un giro. Ahora está caminando nuevamente en obediencia a la Palabra de Dios y encontrando gozo y bendición en esa obediencia.

A medida que me acerco al cierre, voy a citar un segmento de Adam Clarke con referencia al versículo final de nuestro texto. “Así como un alma inmortal tiene más valor que toda la creación material de Dios, cada hombre que conoce su propio valor debe trabajar por la salvación de otros. Para ser la forma de como privar al infierno de sus expectativas, y agregar inclusive un alma a la Iglesia triunfante, es una cuestión de momento infinito, y aquel quien es un instrumento como tal tiene muchas razones para agradecerle a Dios el hecho de haber nacido. Quien rinde sus cuentas para hacer el bien a las almas de los hombres, siempre tendrá la bendición de Dios en la suya. Además, Dios no le permitirá que trabaje en vano, ni que gaste sus fuerzas en vano. Al principio puede ver poco fruto, pero el pan echado sobre las aguas se encontrará después de muchos días: y si nunca debería verlo en esta vida, puede dar por hecho que todo lo que ha hecho por Dios, en simplicidad y sinceridad piadosa, ha sido menos o más efica

Amigo mío, la oración de fe es una herramienta poderosa para asegurar una fe que funcione. Vamos a poner en práctica esa oración de fe ahora mismo mientras nos comprometemos a vivir fielmente para el Señor.

Misericordioso, Padre Celestial, Creador soberano del universo, Tú eres condescendiente para escuchar nuestras oraciones. Y no solamente oyes, sino que respondes. Si tratamos de enumerar todas las respuestas a la oración que nos has dado, no tendríamos tiempo ni espacio para registrarlas todas. E inclusive si pudiéramos registrarlas todas, eso no sería adecuado.

Padre, en Romanos doce, versículos uno y dos, en el Nuevo Testamento, comprendemos que tu deseo es que nos comprometamos plenamente contigo. Y de esa manera, expresamos nuestro aprecio y agradecimiento a medida que vivimos esa relación en cada faceta de la vida. Ahora bendice a mi amigo y bendíceme a mí mientras ponemos en práctica diariamente la oración de fe, por el amor de Jesús, Amén.

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