La lengua es un monstruo 2

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La lengua es un monstruo 2
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Capítulo 10 — La Lengua es un Monstruo

Hoy continuamos con nuestro estudio sobre el libro de Santiago capítulo tres, versículos del siete al doce, en el Nuevo Testamento. Esta sección no es agradable. De hecho, si la aíslas del resto del capítulo, ¡es francamente deprimente! Y, sin embargo, está escrita aquí para nuestra instrucción y no nos atrevemos a ignorarla.

He titulado nuestro estudio para hoy, La Lengua es un MonstruoTal vez usted ha visto la pequeña sátira o ha escuchado la canción con ese título. Realmente resalta un punto importante sobre el daño que nuestras lenguas pueden hacer. Tal vez usted cree que estoy exagerando al referirme a la lengua como un monstruo, pero creo que una vez que entremos en este texto, verás que no es algo tan exagerado.

Bien, ahora busquemos en nuestro texto, capítulo tres de Santiago, versículos del siete al doce. Si tiene su Biblia cerca, y es conveniente tenerla, lo invito a que busque este texto en las Escrituras. Eso está en Santiago capítulo tres, versículos del siete al doce. Ahora bien, aquí tenemos la Palabra de Dios. Santiago capítulo tres, versículos del siete al doce

  • Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana;
  • pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.

9. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios.

  1. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.
  2. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?
  3. Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce.

Al examinar el texto, observamos tres EVIDENCIAS alarmantes que verifican la realidad de ” La Lengua es un Monstruo.”

La Información Fáctica (Versículos 7 y 8)

Santiago comienza esta sección informándonos de ciertos hechos. Él nos lleva al mundo de la naturaleza y nos recuerda que toda criatura concebible ha sido domada por la humanidad, o por lo menos sometida al control del hombre. Eso fue lo que Dios le ordenó a Adán que hiciera; le ordenó que tomara el dominio sobre las criaturas de la tierra. Desde los jerbos hasta los leones, desde los periquitos hasta las águilas, desde los delfines hasta ballenas, las criaturas han sido domadas e inclusive domesticadas para servirle a la humanidad. Es verdad, algunos animales son entrenados más fácilmente que otros. Pero la mayoría de ellos, con el enfoque adecuado y una inversión de tiempo adecuada, eventualmente se someten al control de su entrenador.

El versículo ocho introduce una declaración impactante; una que va en contra de nuestra mentalidad occidental e individualista. Nos gusta pensar que tenemos el control de nosotros mismos y de nuestro destino. Hemos sido condicionados a creer que si hay algo que queremos, podemos tenerlo si estamos dispuestos a trabajar lo suficiente para conseguirlo. Y aunque eso puede ser verdad hasta cierto punto, ese concepto nos lleva a una peligrosa sensación de autosuficiencia. La declaración de Santiago en el versículo ocho choca con nuestras sensibilidades modernas porque nos dice claramente que hay una cosa, que no importa cuánto lo intentemos, humanamente hablando, no podemos controlar. Esa es nuestra lengua

Santiago afirma que nadie, ¡ni siquiera uno, puede dominar o controlar su lengua. Es un hecho, que ningún nivel de esfuerzo humano por medio de la astucia, la lógica, la autodisciplina o la persuasión puede silenciar la lengua y ponerla bajo control. Solo puede ser silenciada al momento de la muerte, arrancándola o por medio de la gracia de Dios. Esa última frase nos da un destello de esperanza, pero ¡tengamos en mente que Santiago le estaba escribiendo esta carta a aquellos quienes decían ser seguidores de Cristo!

Él nos da un hecho adicional en el versículo ocho: la lengua es un mal irrefrenable. Usted sabe pensé cuando meditaba sobre este texto, en el endemoniado de Gadareno, cuando Jesús se encontraba en los sepulcros. Hubo muchos intentos de atar a ese hombre con grillos y cadenas, pero él siempre las rompía, siempre se escapaba. Así es la lengua. Justamente cuando piensas que está bajo control, se escapa la declaración más cruel y destructiva, tal vez inclusive dada bajo la apariencia de una petición de oración.

Luego hay un hecho más aquí en el versículo ocho; la lengua está llena de veneno mortal. Adam Clarke hace estos comentarios. “[Santiago] se refiere aquí a las lenguas de las serpientes, que se supone son el medio de transmitir su veneno por medio de las heridas hechas con los dientes. A lo largo de toda esta descripción poética y altamente declamatoria, Santiago debió tener particularmente en mente la lengua del difamador, del calumniador, del murmurador, del susurrador y del chismoso. Las víboras, los basiliscos (Ser mitológico griego descrito como una serpiente gigante cargada de veneno letal que podía matar con la simple mirada, lo consideraban el rey de las serpientes) y las serpientes de cascabel no son más peligrosos para la vida, como lo son para la paz y la reputación de los hombres.”

La lengua es más destructiva que la más venenosa de las serpientes. El veneno de una serpiente solo tiene el poder para destruir la vida física. Eso es suficientemente malo, pero las palabras viciosas tienen el poder de aplastar el espíritu de una persona y sofocar su alma. Conozco a una persona y he oído hablar de otras personas a quienes sus padres u otros les dijeron cuando eran niños; “nunca llegarás a ser nada.” Y usted sabe algo, ¡inclusive como adultos mayores todavía están luchando para superar esa declaración aplastante! Ciertamente, es un veneno mortal. Los hechos son innegables. Esa es la primera evidencia del monstruo que es la lengua

La Observación Práctica (Versículos 9 y 10)

En estos dos versículos siguientes, Santiago registra algunas observaciones sobre la lengua basadas en los hechos anteriores que ya hemos analizado. Todos los seguidores genuinos de Jesús tienen experiencia en usar nuestro discurso para alabarlo a Él y al Padre. Cuando alabamos a Dios, hablamos bien de Él, lo honramos, lo elogiamos. Tal vez hemos alzado nuestras voces para cantar: “¡Oh, mil lenguas para cantar, la alabanza de mi gran Redentor, las glorias de mi Dios y Rey los triunfos de Su gracia!” O aquí hay otro canto; “O podría hablar el valor incomparable, O podría expresar las glorias que brillan en mi Salvador. Me elevo y toco las cuerdas celestes y compito con Gabriel mientras él canta, en notas casi divinas.” Hemos usado el lenguaje exaltado y a menudo exagerado de la poesía para alabar Su nombre.

O en una reunión de testimonios, hemos compartido cómo Él satisfizo una necesidad en respuesta a nuestras fervientes oraciones. Y queremos que los demás se unan a nosotros para alabarlo por Su provisión, protección o cualquier otra forma como se haya satisfecho nuestra necesidad. O tal vez hemos compartido con alguien no cristiano, la forma cómo Jesús puede quitarle el pecado, limpiar su corazón y convertirlo en una nueva criatura en Él. Todas estas cosas son maravillosas, necesarias y buenas. Son cosas que deberíamos estar haciendo.

¡Pero Santiago también hizo la observación que la misma lengua que bendice a nuestro Dios Creador da un giro y maldice la creación más elevada de Dios, la humanidad! Algo así como una rutina del Doctor Jekyll y Mister Hyde. Ahora bien, usted puede decir: “Oye, espera un momento, nunca maldije a nadie.” Bueno, ¿qué significa esta palabra maldición tal como se traduce aquí? La palabra griega es katarah. Es una palabra de gran intensidad. En la Concordancia Exhaustiva de Strong se dan dos palabras para describir katarah; imprecación y execración. Si usted es como yo, entonces va a necesitar ayuda con estas definiciones. Estas palabras transmiten la idea de declarar que algo o alguien es malvado o absolutamente detestable. Son palabras de acusación y odio. Y están dirigidas a aquellos quienes están hechos a la imagen de Dios.

Usted sabe algo, mientras miraba este pasaje, noté algo que nunca había visto antes. Siempre entendí que la declaración de Santiago significaba denunciar u odiar a un hermano en el Señor. Pero eso no es lo que dice. Él habla de los humanos en general porque TODOS los seres humanos estamos hechos a la imagen de Dios. Y ahora veo cómo estas palabras se aplican a mí. Yo creo que honestamente puedo decir que nunca tuve ese tipo de sentimientos hacia un hermano en el Señor.

Pero ¿qué pasa con los terroristas suicidas que se explotan a sí mismos en medio de una multitud? ¿Qué pasa con los terroristas quienes solo quieren destruir la vida, o aquellos quienes torturan cruelmente a mis hermanos y hermanas en el Señor, simplemente por el hecho de su fe? ¿O qué pasa con la persona en la calle con cabello rosado y perforaciones en cada parte visible de su cuerpo? ¿Son él o ella creados a la imagen de Dios? ¡Absolutamente que sí! ¿Qué pasa con las personas pervertidas cuyas viles acciones son más bajas que las de los animales? Esas son almas preciosas por quienes Cristo murió. Sin embargo, ¿cómo veo yo a esas personas? Me declaro culpable. ¡Alabado sea Dios por Su perdón!

¡El lenguaje de bendición exaltado y elocuente, y el disgusto y el odio de la maldición, viniendo de la misma boca! Entonces Santiago dice: “Mis hermanos, esto no debe ser así.” Es una violación de la naturaleza misma. Esto nos lleva a la evidencia final.

La Ilustración Natural

En estos dos últimos versículos de nuestro texto, Santiago plantea varias preguntas retóricas. Una pregunta retórica es una pregunta que se hace de tal manera que usted ya sabe la respuesta que busca el interrogador.

La primera pregunta es, ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? ¡Por supuesto que no! Va a ser una o la otra. No es posible que sean ambas. Y aquí hay algo más que debemos considerar. ¿Qué tan contaminada debe estar el agua antes de etiquetarla como “contaminada” para evitar su uso?

La siguiente pregunta; ¿Puede acaso la higuera producir aceitunas? De nuevo, la respuesta es obvia. Pero déjeme preguntarle algo, simplemente por el hecho de que la respuesta es obvia ¿significa eso que siempre lo hacemos bien? Un árbol produce fruto basado en su naturaleza. Una higuera solo puede producir higos porque así la diseñó Dios. Ella siempre es fiel a su naturaleza. No puede pretender ser algo que no es. Solo nosotros, los humanos, tenemos esa habilidad.

Y la pregunta final; ¿Puede una vid producir higos? De nuevo, un conocimiento básico de la horticultura nos dice que esto no puede ser así. Fíjese en algo, en el mundo de la naturaleza, no se encuentra tal inconsistencia. Es solamente en la humanidad que se pueden encontrar estas inconsistencias.

Hay otra comparación aquí, aunque no en forma de pregunta, sino de afirmación. Santiago nos recuerda que no es posible que una fuente de agua eche agua dulce y agua salada al mismo tiempo. Entonces aquí tenemos cuatro ilustraciones del mundo de la naturaleza:

  1. El agua dulce y el agua amarga no provienen de la misma fuente
  2. Las higueras no producen aceitunas
  3. Una vid no produce higos
  4. El agua salada y el agua dulce no están disponibles en la misma fuente

Estas ilustraciones refuerzan la aseveración de Santiago de que la bendición y la maldición no deben provenir de la misma boca. Si lo hacen, eso genera automáticamente preguntas sobre lo que está en la fuente de nuestras vidas. Jesús, hablándole a los fariseos en Mateo capítulo doce, versículo treinta y cuatro, en el Nuevo Testamento les dijo: “¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.” Proverbios, capítulo cuatro, versículos veintitrés y veinticuatro, en el Antiguo Testamento nos dicen: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios.”

Amigo mío, no estoy muy interesado en películas de terror o monstruos de cualquier forma. Pero esto sí lo sé, una característica de los monstruos es que son incontrolables. Y hoy descubrimos en nuestro estudio de este texto que la lengua se ajusta a esa característica.

Sé que este no ha sido un estudio muy alentador, de hecho, podría ser bastante deprimente. Pero es parte de la Palabra de Dios. Entonces no podemos simplemente ignorarlo. Y, lo animo encarecidamente que esté seguro y nos sintonice la próxima vez a medida que avanzamos hacia los versículos finales del capítulo tres. En esta sección encontraremos la solución al control de la situación donde “La Lengua es un Monstruo.”

Ahora vamos a orar. Dios misericordioso, reconocemos el mal que reside en nuestros corazones, apartado de ti. Confesamos que es solo por Su gracia y poder que podemos tener la victoria sobre el monstruo que es la lengua. Ahora, mientras mi amigo y yo reflexionamos sobre estas verdades, ayúdenos por medio de Tu Espíritu Santo a lidiar honesta y realísticamente con nuestros propios errores, sabiendo que Tú puedes limpiarnos de toda maldad. Te alabamos por esto y te damos las gracias en el nombre de Jesús, Amén.

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